Que sería de los nosotros sin esa música que llenó de alegrías y tristezas nuestros años juveniles de esa década prodigiosa.Nuestros sueños estaban en cada canción y en cada letra, así como estaban las imagenes vivas de aquellas chicas que anhelabamos un día invitarlas a bailar una balada para estar cerca, bien cerca de ellas y decirles al oído lo que albergaba nuestro corazón. Quién no perdió su oportunidad por tímido u orgulloso, por nerd o patán, cosa que al final dejaba una amargura que había que llevarla silente con la mirada perdida, ese peso que se transformaba en arrepentimiento por la inexperiencia en temas sentimentales.
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