lunes, 8 de noviembre de 2010

Una batalla de 80 millones de años

Desde niño me sentí atraído por la paleontología, como todo niño supongo, solo que a esa edad no conocía el nombre real de esta ciencia que estudia el pasado de la vida en nuestro planeta  a través de los restos fósilesDentro de esta ciencia está la  dinosaurología, rama  que me llamó mucho la atención  porque estudia la vida de esas enormes bestias que habitaron  La Tierra mucho antes que apareciera el hombre; los dinosaurios, esos que ya no están pero que dejaron sus restos para que el hombre de hoy trate de descifrar su existencia. Recuerdo mi fascinación por conocer ampliamente sus nombres y sus posibles formas reconstruidas por los científicos a partir de las evidencias fósiles que hay en muchos museos del mundo. Hasta hoy  sigue asombrándome ya que cada vez nos acercamos más y más al pleno conocimiento de la edad de nuestro planeta y a descubrir las antiguas formas de vida y por supuesto a conocer el complejo camino de la evolución humana.Recuerdo, y con mucha nostalgia mi album de dinosaurios y aquellos días en que presuroso y emocionado compraba en los kioscos los sobres de figuritas.Los abría ansioso y ante mis ojos aparecían las imagenes de diversos saurios; brontosaurio, coritosaurio, triceratops,  velociraptor, tiranosaurio rex, pteranodontes, ictiosaurios, etc, etc.Adoraba mi album y lo leía y releía.Qué habrá sido de él.


En este camino de aprendizaje sobre dinosaurios, hace unos años una vieja noticia me impactó (nueva para mí), ya que se halló en 1971 en Mongolia (región de Toogreeg) un conjunto de fósiles  de 2 animales que murieron como abrazados pero que no tenían nada en común para perecer de dicha forma.  Uno era un Velociraptor (Depredador) y el otro un Protoceratops (Herbívoro). Ambos habían perecido en extrañas circunstancias a pesar de que era el Velociraptor quien generalmente ganaba estas batallas como buen cazador. ¿Qué había ocurrido?.¿Por qué habían llegado a su fin de esta forma?


Un detallado estudio y reconstrucción de los hechos apunta a que el Velociraptor se abalanzó sobre su presa que tenía en tamaño de un cerdo común y le enterró una de sus garras debajo de su caparazón platiforme de la cabeza, aparentemente en el cuello como era de costumbre en los velociraptors, pero éste no consideró que el furioso Protoceratops no iba a dejarse asesinar sin mantener una lucha implacable. Fue así que con su pico triturador mordió el otro brazo del raptor para no soltarlo jamás. Luchando en las laderas de una duna, encarnizadamente, pasaron los minutos o quizás horas hasta que fueron enterrados vivos, allí murieron aplastados por  la arena probablemente a raíz de alguna tormenta para reaparecer 80 millones de años después en tierras de Gengis Kan, quizás como una evidencia de que en ese pueblo de guerreros no solo los humanos fueron valientes sino que además sus milenarios habitantes.

Los restos de ambos guerreros prehistóricos fueron trasladados al Museo de Historia Natural de Ulán Bator, capital de Mongolia y permanecen allí bien conservados y está abierto para que todo el mundo pueda apreciar estas joyas del Periodo Cretácico (Era Mesozoica) como evidencia de que nuestro planeta estuvo poblado de hace millones de años por diversas criaturas entre ellas el aguerrido cazador llamado Velociraptor y el combativo Protoceratops.









By: Kalu

No hay comentarios:

Publicar un comentario