Los primeros meses del año en la sierra peruana suele ocurrir un fenómeno distinto al de la costa. Oficialmente es el verano en el Perú y se supone que habrá sol en todo el país, pero en la sierra y en los andes siempre todo es tan distinto, todo es otra cosa. Llegan las lluvias y llegan incluso antes, en diciembre del año ya pasado. En la costa sin embargo, el sol se presenta implacable y la gente acude en masa a las playas a refrescarse y disfrutar del grato clima.
Los carnavales son todas las actividades que engloban esa festividad que llega junto con los aguaceros en los primeros meses de año. Ese magnífico evento que hace que, ante la invitación a participar en cualquier evento carnavalesco, el abanquino se saque la ropa occidental, se ponga poncho y sombrero, serpentinas en el cuello y papel picado sobre la cabeza más un poco de talco y las mujeres se engalanen con sus trajes típicos para completar el cuadro, tras lo cual todos se funden en un grupo humano homogéneo donde ninguno es distinto al otro. Todos la pasan bien, todos se divierten, todos son iguales. Es en los carnavales en que todos vuelven un poco a su esencia, a su naturaleza, liberándose de toda la carga del año para dar rienda suelta a la diversión. Poco importan los negocios, no hay jefes ni subordinados, todas las sangres se funden en un carnaval de emociones donde lo único realmente importante es pasarlo bien. Es una verdadera fiesta., pues los carnavales consisten en diversos juegos, bailes, comidas típicas, yunsas, pasacalles, concursos de trajes típicos, comparsas etc.
Es precisamente aquí donde me detengo a destacar una de las actividades de los carnavales que recuerdo con mucha emoción y que disfrutaba a plenitud siendo niño y mozalbete, las Yunsas. Busco mis recuerdos y puedo oir la banda de bronce de “Los Villar”, puedo también, verlos tocar mientras la comparsa de danzantes con el hacha bailan alrededor del árbol adornado de baratijas que los ansiosos niños esperan verlo caer para coger lo que puedan coger. Es aquí donde el refrán se hace verbo ya que todos hacen leña del árbol caído. Lo genial es que ese árbol hace feliz a cientos de personas y sobre todo a los niños. Bien lo vale ya que es un árbol silvestre. No pienso lo mismo de la Intimpa.
Expectantes, los chibolos, clavan sus miradas en aquel objeto que está colgado y que ha llamado poderosamente su atención. Quizás es un billetito o alguna curiosidad. Calculan -usando alguna vez la poco apreciada ciencia- y se acomodan debajo de donde consideran que el árbol caerá, pero debido a los cortes del hacha de las parejas, cambia de proyección la probable caída y los chicos deben moverse para no perder de vista el objeto de sus deseos que cuelga de alguna rama de infeliz árbol. Claro que la mayoría de las veces un globo potente revienta en tu cabeza mojándote todo, pero qué importa, ¡total, la Yunsa lo vale todo!. El billetito de 10 soles o ese raro regalito envuelto te tiene ansioso y no vas a claudicar por unos cuantos globos que revientan en tu cara o por unos chorros de harina que te tapan todos los orificios del rostro. Cuando la tensa espera llega a su fin el árbol te cae encima y con él toda una masa humana, dejándote todo sucio, pisoteado, aplastado y sin tu regalito ya que otro más alto que tú estaba a tu espalda y lo cogió. Algo que quizás no habías calculado. Tendrás que conformarte con el soldadito de plástico que quedó botado por ahí y será tu trofeo después de tanto esfuerzo. Más tarde te darás que el mejor premio es haber participado de la Yunsa, esa que volverá un año mas tarde, junto con las lluvias de febrero. O quizás corras a buscar la otra yunsa que viste 2 cuadras mas arriba y con suerte aún esté en pie. Pero tus posibilidades serán infímas ya que todos están bien ubicados y si te cuelas recibirás un segundo embate que te dejará peor, como un estropajo. Pero habrá sido todo una aventura.
Expectantes, los chibolos, clavan sus miradas en aquel objeto que está colgado y que ha llamado poderosamente su atención. Quizás es un billetito o alguna curiosidad. Calculan -usando alguna vez la poco apreciada ciencia- y se acomodan debajo de donde consideran que el árbol caerá, pero debido a los cortes del hacha de las parejas, cambia de proyección la probable caída y los chicos deben moverse para no perder de vista el objeto de sus deseos que cuelga de alguna rama de infeliz árbol. Claro que la mayoría de las veces un globo potente revienta en tu cabeza mojándote todo, pero qué importa, ¡total, la Yunsa lo vale todo!. El billetito de 10 soles o ese raro regalito envuelto te tiene ansioso y no vas a claudicar por unos cuantos globos que revientan en tu cara o por unos chorros de harina que te tapan todos los orificios del rostro. Cuando la tensa espera llega a su fin el árbol te cae encima y con él toda una masa humana, dejándote todo sucio, pisoteado, aplastado y sin tu regalito ya que otro más alto que tú estaba a tu espalda y lo cogió. Algo que quizás no habías calculado. Tendrás que conformarte con el soldadito de plástico que quedó botado por ahí y será tu trofeo después de tanto esfuerzo. Más tarde te darás que el mejor premio es haber participado de la Yunsa, esa que volverá un año mas tarde, junto con las lluvias de febrero. O quizás corras a buscar la otra yunsa que viste 2 cuadras mas arriba y con suerte aún esté en pie. Pero tus posibilidades serán infímas ya que todos están bien ubicados y si te cuelas recibirás un segundo embate que te dejará peor, como un estropajo. Pero habrá sido todo una aventura.
Ya lo decía José María Arguedas, "El carnaval es la fiesta más grande de los pueblos indios peruanos, es la más hermosa música de todo el folklore peruano".
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